Al principio todo parece emocionante, ¡por fin ha llegado el día que voy a estudiar lo que realmente quiero! El problema, muchas veces nuestras expectativas se ven pisoteadas por una realidad que no nos habían contado o no habíamos previsto.
Nos hacemos ideas equívocas de muchas profesiones. Podemos pensar que ser médico es emocionante ya que tu día a día es salvar vidas, que ser profesor puede ayudar a autorealizarse y motivar a otros a superarse o que ser periodista es contar las historias de los que no tienen voz.
Por supuesto, nuestras expectativas tienen que ser bonitas para motivarnos a realizar cualquier actividad pero, antes, deberíamos preguntarnos si realmente es lo que nos gusta y, sobre todo, si estamos informados de lo que realmente es ser médico, profesor o periodista.
¿Cuáles son las actividades del día a día? ¿Cuáles son tus responsabilidades? ¿Qué conocimientos debo tener? ¿Qué oportunidades y opciones tengo?
Como introducíamos, muchos empezamos formaciones que parecen apetitosas. Por desgracia, luego nos encontramos con que no nos gusta nada de lo que nos están contando.
Por supuesto, yo soy de las que cree que hay que darle una segunda oportunidad y por lo menos alcanzar un segundo curso para decidir, con criterio, si quiero continuar o no, o si me sirve para alcanzar lo que realmente quiero hacer.
Vamos a partir de la idea de que toda formación es provechosa. Independientemente de si nos gusta o no.
Puede que no estés estudiando lo que te gusta pero seguro que refuerza muchas actitudes que te servirán para encontrar y realizar la profesión que gustes.
Por lo que no desesperes. Es imposible acertar lo que te gusta sin conocer. Si no estás a gusto con lo que estudias, aprende y utiliza toda la información que te den a tu favor. Tu objetivo debe ser conocer y formarte en lo que quieres para luego disfrutar de tu profesión.